8.28.2010

Algún día


Esta entrada es para S.A.

Los días pasan y siento que otra vez la tragedia eugenídica empapará de lágrimas todos los pañuelos. Esta vez te tocará a ti. Y eso será cuando me veas.

¿Quienes llorarán en tu funeral?

Te dejaré una rosa negra sobre tu cajón. Y una sonrisa de satisfacción. Satisfacción.

Si algún día te identificas con mi texto mortal, mándame un signo de tu corta existencia. Pronto estarás en el mismo lugar que el de la primera virgen a la que tanto extrañas.

El día en que desaparezcas, será el día en que me veas. Ese día te dejaré descansar en paz.

8.15.2010

Sustalos exasperantes


...hasta el límite de las gunfias.
CORTÁZAR.

El hombre volvía a sus campos a descansar después de largos días de duro trabajo. El paisaje no había cambiado en nada. Solamente que ese crudo invierno volvía todo más triste. Y mucho peor si era de noche. El hombre ya no sabía cómo entrar en calor. Ni una bebida ni acercarse al fuego lograba satisfacerlo. Estaba quedándose dormido. Sabía que aún era temprano, pero no quería dormir aún. Deseaba ver las estrellas a pesar de la noche invernal. Cerró los ojos. Pasaron algunos minutos, despertó y salió a caminar.

Mientras andaba oía a lo lejos una envolvente melodía. Caminó en dirección a esa agraciada música para saber qué bendita voz la cantaba. Caminó durante horas hasta que se sintió perdido; sin embargo, decidió seguir hasta encontrar la dueña de esa voz. Cuando sus ojos ya veían todo oscuro optó por detenerse. No sabía qué hacer. Se encontraba perdido y no sabía cómo regresar, pero la voz lo seducía y llamaba. Atraído por ese encanto, cerró los ojos y solamente se dejó guiar por sus oídos. Al sentir esa música tan cerca, se detuvo y abrió los ojos de un golpe: frente a él se encontraba una dulce princesa de vestidos morados. Ella cantaba y le daba una mirada seductora. Él se entregó de inmediato, casi sin pensarlo. La princesa tenía una energía corporal magnética. Una fuerza natural que atrapó al hombre en un suspiro.

La princesa seguía cantando pero ahora muy cerca del oído del hombre. Él respiraba el perfume de violetas que emanaba del cuello de la mujer. Quedó hechizado por sus ojos y, sobre todo, de su voz. No podía creer lo que sucedía: Ardían fuegos en las montañas, florecían geranios en los desiertos, el agua del río inundaba fértiles valles y el ruido del mar lo despertó.

Alguien había abierto la puerta de su casa.

8.10.2010

Fuego eterno


Afuera ya no se oye una triste melodía. Hoy la noche no estuvo fría. Hoy aparecieron estrellas en el firmamento.

Sé que es invierno, y que un eterno verano lejos está de comenzar.

Veranos eternos son solo 11 instantes. 11 vidas.

Pero la magia de sus actos tocó mi corazón inquieto e ingenuo. Aún sigo encantado.

No te preocupes, noche. No te enfades, musa nocturna. Estas son las últimas líneas de mi verano pasado.

Y te quiero mil veces más.



Todos tus recuerdos han sido sentenciados al fuego eterno, al fuego sordo, al fuego de mi corazón.


Mágica alegría que ahora nos envuelve y une a la distancia.