7.26.2009

Cómplices


Fiesta

Desde que aprendí a sostenerme en pie hasta los siete años bailaba sin parar. En el primer cumpleaños de mi primo hicieron un concurso y lo gané por bailar. Fiesta que iba, concurso que ganaba. Después de ganar ese concurso, seguí bailando sin parar hasta que mi mamá dijo que no bailara mucho porque ella no lavaría mi ropa. Todos se empezaron a reír burlonamente señalándome. Sus risas eran escandalosas. No lo soporté, dejé de bailar, me acerqué donde mi mamá y me puse a llorar, avergonzado. Desde ese día no sé cuánto tiempo dejé de bailar. Después supe que eso era de avergonzados y de resentidos. He vuelto a bailar, lo hago mal, pero igual me divierto. Mi fiesta de promoción es testigo de ello.


Sueño

A las diez de la noche de un día del verano del 2008 tomé dos tazas de café, una coca-cola jumbo y diez caramelos de limón Cocoroco para estar despierto hasta las 3 de la mañana para estudiar e ingresar a la universidad. Resultado: Me quedé dormido a las 11.30 de la noche y no ingresé.

Un día antes del examen de admisión siempre descansaba y dormía plácidamente para estar tranquilo al día siguiente. El 20 de setiembre del mismo año, me quedé hasta casi las diez de la noche en la casa de Kathy, llegué a mi casa a las diez con veinte minutos, Andrés me visitó y me quedé conversando con él hasta las 11.30, esperé a mi papá y me quedé conversando con él hasta las 12.30, me acosté en mi cama como a la una. Resultado: No dormí nada en la madrugada, me levanté con mucho sueño a las 6 e ingresé a San Marcos.


Muerte

En la madrugada del 11 de febrero del 2003 me enteré que mi abuelo ya había fallecido. Lloré durante mucho tiempo. Yo le tenía terror a la muerte, y saber que mi abuelo había muerto, me hacía entrar en pánico pensar qué sería de él. En el velorio, mi mamá me llevó a verlo en su cajón. Estaba dormidito, como siempre lo veía dormir desde que tuve uso de razón. En ese preciso instante, dejé de tenerle miedo a la muerte.


Viaje

Desde que supe que mi mamá era de Chiclayo, siempre le rogaba que viajásemos a su tierra natal. Siempre me respondía que iríamos el próximo año, pero nunca viajamos. Me resigné a pensar que solamente viajaría cuando yo tuviera cincuenta años. En el verano del 2008, juré no ir a la playa para estudiar y poder ingresar a la universidad. En los primeros días de febrero del mismo año, estaba descansando sobre la arena, frente a un mar calmo, bajo el sol esplendoroso de Pimentel.


Payaso

Lo que más he detestado en las fiestas infantiles son los payasos. No los podía ver ni en pintura. Detestaba ver su cara pintada, sus chistes malos y sus baratos trucos de magia. Cuando cumplí la edad de ya no ir a fiestas con payasos, me sentí feliz al saber que jamás volvería a verlos.

Mi primer trabajo fue ayudante de payaso en una fiesta infantil.


Hermana

-Tu reloj dice que son las 9.24; pero, el de mi papá dice que son las 9.26.

-El reloj de mi papá está adelantado.

-¿Y tú cómo sabes que el tuyo no está atrasado?


Literatura

Durante 11 años en mi colegio hice campañas y exposiciones sobre el cuidado del ambiente y el reciclaje. Gané muchas ferias de ciencias y recibí varios diplomas. Mis papás pensaron que sería ecólogo o ingeniero ambiental y que jamás los decepcionaría.

Al terminar el colegio decidí estudiar Literatura.

Ahora mis papás me obligan a escribir todos los días.

7.22.2009

Buzz Boy


Es la última semana de trabajo y ya no lo soporto más. Dices que ya no te aguantaba nada y se hacía el desentendido contigo. Dices que era egoísta y un malhumorado y que siempre estaba dispuesto a molestarse con la más mínima cosa que tú hacías y que cada vez más demostraba que tenía actitudes de infante. Pero eso es mentira.

Vivía solo en su casa. No tenía más comunicación con sus padres que por medio de correos electrónicos una vez por semana. No los veía hace muchísimos meses, porque desde que decidió estudiar en la capital, él tuvo que viajar desde Trujillo hasta Lima y alquilar una pequeña habitación donde tenía que pernoctar. Sus padres le enviaban dinero cada fin de mes; pero, lo que le envían con las justas le alcanzaba para pagar la universidad, los pasajes y algo de comer. Por eso desde que supo que no le alcanzaría para nada esos pocos billetes, decidió buscar trabajo, pero no lo pudo hacer sino hasta cuando cumplió dieciocho años. Y lo primero que encontró al obtener la mayoría de edad fue como empleado de una pizzería muy conocida en el mercado de los restaurantes.

Entró muy contento al restaurante. Pensó que haría pizzas y así complacerte uno de los pocos días que lo visitabas para que te prepare unas cuantas pastas, pero le otorgaron el cargo de Buzz Boy para que prepare jugos, ensaladas, postres, tragos y lave como mierda de platos. El primer día terminó cansado, sintió que fue un error el haberse metido a trabajar en un restaurante donde laboraba cinco horas diarias, y casi todas de noche, sin poder descansar aunque sea un ratito.

Tuvo varios amigos, quienes siempre lo invitaban a salir a discotecas o a tomar unas cervezas al finalizar el maldito trabajo; pero, él decía siempre que no. Porque tú nunca lo dejaste ser, porque tú siempre querías que él haga lo que tú le ordenabas. Y él, obediente, todo lo acataba. Llegaba cansado de trabajar, y tú le obligabas que así todo cansado te llamara o te visitara, y a pesar que te decía que estaba muy cansado, a ti no te importaba, porque sólo querías tenerlo bailando sobre tu mano, y gozar de ese dominio.

Suerte que era vacaciones, así los días de arduo trabajo podía llegar a su casa a descansar un buen tiempo. A veces salía de madrugada, y el barrio donde él vivía, lo sabes bien, es bastante peligroso. Las calles paran llenas de drogadictos, borrachos, rateros y no falta una que otra meretriz. Llegaba a su casa de madrugada, sólo tenía ganas de dormir y cerrar los ojos y descansar; sin embargo, no podía, ya que tú le llamabas preguntando dónde había estado, que con quién se estaba viendo, y que por qué llegaba tan tarde a su casa. Y él, siempre amable y contento, te contaba por todas las que tuvo que sufrir ese día de labor, y tú te molestabas y le colgabas el teléfono sin que él pudiera despedirse.

Seguro que debes de recordar muy bien ese infausto día. Sí, el diecisiete de marzo, ese día que ninguno de los dos olvidará. Él se levantó muy temprano, ya que durante toda la madrugada no pudo dormir. El infernal calor (y tú sabes bien cómo es el calor en su cuartucho, no hay ventilación y todo está juntito que ni espacio hay para caminar) lo hacía moverse para un lado y otro de la cama, y cada vez que lograba dormirse, soñaba con el bendito trabajo. Soñaba que los meseros lo apuraban, que sus entrenadores renegaban de su lentitud y los gerentes le llamaban la atención; a pesar que era un trabajador bastante aplicado y que era uno de los nuevos que más rápido aprendió el sistema de producción. Soñaba que cortaba tomates y que los huevos nunca se lograban sancochar, y que a parte de limpiar cada repisa de estación, tenía que baldear los pisos y lavar como cincuenta mil platos que los meseros dejaban en esa poza que cada hora tenía que cambiar de agua. En la mañana, al despertar, recibió una lamentable noticia: Su padre había sufrido un accidente de tránsito y estaba inconsciente en el hospital. Él, bastante apenado, te llamó por teléfono pero nunca contestaste. Justo ese día le tocó trabajar de noche. Y era martes, promoción dos por uno. Bastante apenado fue a trabajar, y ni bien llegó, vio sus tres pozas contaminadas y platos y vasos sucios por doquier. Empezó a lavar, a lavar y uno de los meseros justo botó toda la crema de leche al suelo, y le ordenó que trapee todo. Cogió su peluca y empezó a baldear y a trapear. Sin darse cuenta, vio que la cantidad de platos aumentaba. Cuando se dedicó a seguir lavando, le venían más órdenes; que un jugo de fresa, uno de guanábana, un frozeen de mango y un daiquiri de durazno. Los preparó todos, y los platos seguían aumentando. Un daiquiri de fresa y una piña colada. Una locura de chocolate y pie de limón. Necesito cubiertos y vasos regulares. Vio su reloj y recién había pasado una hora: Eran las 8 y ese día se quedaba hasta la una y media de la mañana. Toda la noche fueron un centenar de pedidos y una cantidad de platos que nunca acababa de lavar. Ese día terminó a las tres de la mañana, cuando ya casi todos los trabajadores se habían ido y habían apagado todas las luces.

Al salir, todos los taxis le querían cobrar diez soles, y él no tenía lo suficiente como para pagar esa cantidad de dinero. Se tuvo que ir caminando, y en el camino se cruzó con varios bandoleros que tuvo que evitar. Y cuando pensó que ya todo había acabado, una cuadra antes de llegar a su casa lo asaltaron y le robaron todo lo que tenía. Tuvo que contener las lágrimas, para su fortuna ese día no cargaba su tarjeta de crédito. Cuando entró a su cuartucho ya había amanecido, y ese día también le tocaba trabajar; pero, esta vez ya no cerrar sino abrir tienda. Durmió apenas una hora y se levantó alarmado. ¿Por qué? Porque tú lo estabas llamando. Le reclamaste que por qué no se había dignado a llamarte. Él te contó por todas las que tuvo que pasar, pero tú no querías más explicaciones y cortaste. Él se sentía morir, no podía ser tan desdichado.

Al finalizar el trabajo se fue a la universidad a matricularse, recogió su horario y se lo entregó al gerente para que sepa cómo manejar los cronogramas de trabajo. Eso fue lo peor: Se dio cuenta que no tenía tiempo para ti. Pobre Buzz Boy, pensábamos todos. A mí me tuvo bastante confianza, a mí me contó todas las cosas que le hacías sufrir. Me tuvo confianza porque siempre nos tocaba trabajar juntos y nos dimos con la sorpresa que queríamos ser escritores. Pero él me dijo que no estudiaba Literatura porque tú no le dejaste. Le habías obligado a estudiar en la San Martín de Porres la carrera de Administración. Fue allí cuando me interesé por ti. Me contaba que eras una niña y que le reclamabas de todo, y que le pedías el poco dinero que ganaba en esa tienda (eso es ser basura, en esa pizzería se gana una miseria y tú le pedías dinero), le pedías que te compre miles de cosas, y a pesar de ello siempre lo largabas.

Ya no sabía qué hacer, se estaba destruyendo de a pocos. Empezaron sus clases y empezó a salir mal, el chico brillante de esa universidad ya no era el mismo, y sus profesores le decían que se decepcionaban de él. En el trabajo rendía cada vez menos, a pesar que era un excelente trabajador, y todos le llamaban la atención, porque en la pizzería no aceptan vagos. Y tú que lo maltratabas y no le dejabas vivir, no le dejabas que saliera a la calle con sus amigos, le prohibías que conversara con sus amigas, no le permitías que saliera a comer solo, si algo tenía que hacer, te lo tenía que consultar o hacerlo todo contigo. Y él ya estaba cansado, siempre tuvo ganas de terminar contigo; pero, tú le amenazabas, le decías que no te deje, porque sino tú estarías siempre detrás de él acechándolo, siguiéndolo a todos lados, porque tú nunca lo dejarías libre. Se sentía pésimo, porque era tres veces esclavo: Esclavo de la universidad que no quería estudiando una carrera que no le gustaba, esclavo de un trabajo que laboraba sufriendo para ganar un mísero sueldo y esclavo de ti, porque si se revelaba, lo amenazaste con matarlo. Sí, con matarlo, y eso él me lo confesó llorando, hundido en la desesperación porque ya no sabía qué hacer para librarse. Y lo peor de todo fue que su padre, que estaba inconsciente, no soportó y se murió. Sí, murió su pobre padre y ya no había quién pudiese darle dinero. Ni siquiera pudo ir al entierro. Y tú nunca fuiste flexible, nunca sentiste compasión.

Durante un buen tiempo no lo vi. Los gerentes le dieron descanso una semana, al pobre Buzz Boy que cada vez está peor. Yo tuve que cubrirlo, preparando todos esos jugos y tragos y lavando platos. Hasta que una vez lo vi, a la salida del trabajo. Estaba como loco. Su madre no le podía enviar el dinero para la pensión, había desaprobado un curso, y tú lo estabas buscando para pedirle su sueldo. Traté de ayudarlo, pero evitó todo tipo de ayuda y se fue. Todos los días que me tocaba trabajar, imaginaba que las pizzas que tenía que cortar eras tú, y las cortaba con fuerza y rapidez, y todo el sudor que corría por mi rostro por estar al lado del horno me hubiera gustado que lo bebas, ese trago salado y sucio.

Tiempo después, los gerentes nos informaron que el pobre Buzz Boy había muerto (se había suicidado, eso me lo contaron sólo a mí, porque tú eres su amigo, Javier). Eso me dio una cólera infinita, porque a pesar que al Buzz Boy lo conocía poco tiempo, me había vuelto muy amigo de él. Y por eso te busqué y te busqué, hasta que di contigo. ¿Cómo? El Buzz Boy me dijo dónde vivías, hasta dónde te tenía que ir a visitar. En esa casa lejana de San Juan de Lurigancho, donde le hacías ir cuando él estaba cansado de tanto trabajar. Te busqué y te encontré. Te conté todo simulando odio y venganza por lo que le hiciste al Buzz Boy. Tú pensaste que te mataría por lo que le hiciste, pero te sorprendiste al saber que mientras él me contaba de ti, yo me enamoraba de ese sádico y maldito amor, me enamoraba de tu suciedad y maldad. Porque desde que me contó de tus maltratos, me excitaba la idea de poseer a alguien así. Por eso estoy aquí, esperando ser dominado y maltratado, sangrar al compás de tus azotes y cerrar mis ojos de felicidad, sudar y hacer que bebas esas gotas saladas como un verdadero trago que el Buzz Boy nunca te hizo beber.

7.18.2009

El porqué del título del blog


Varios me preguntan, empezando por mis padres, por qué mi blog se llama Ánima Invernal. A mi mamá no le gusta, aunque le pareció interesante una entrada, y a mi papá, le guste o no el título, revisa siempre que haya escrito algo. Pero, me interrogan seguido, ¿por qué ese título?

Varios de los lectores y amigos me preguntan lo mismo. Pues, aquí les va el motivo.

Ánima Invernal. La verdad es que estaba destinado otro título. Iba a ser relacionado con el tema "Puente" de Gustavo Cerati. Obviamente no iba a titularlo "Puente", si no algo relacionado con eso. Pero, de todas las opciones que se me ocurrían, ya existían blogs que los habían utilizado. Pensando, se me ocurrió unir dos títulos. Ánima es por el título de mi primera entrada, el primer cuento serio que he escrito, el que más me ha gustado y con el que me he quedado más conforme: "El ánima de Sebastián", que lo escribí gracias al cuento de mi amiga Sheyla, llamado Sebastián es… Gracias a Sheyla y a su cuento, empecé a escribir sin parar. Invernal es por una novela que vengo escribiendo, que tiene como título un tema de LeuSemia: "En una invernal noche de surf". Las dos palabras que más me gustan de esos dos títulos se unieron para dar el título de mi blog. Es así como nació Ánima Invernal.

Alguien por ahí me dijo que si tanto me gustaba Cortázar, y si tanto lo citaba en todo lo que hablaba o escribía, por qué no titulaba mi blog con algún cuento de él o alguna novela. Darle el nombre de Bestiario o Cronopio o hasta Rayuela. No. Para nada. Para mí sería ultrajar esos títulos tan preciados de mi escritor favorito. Así mis entradas sean bestiales, o sean jardines de cronopios o sean lúdicos, jamás nombraría a mi blog con los nombres de cualquier texto de Cortázar. Me siento indigno. Creo que Ánima Invernal, guste o no, es mi título, y se asemeja más a lo que yo quiero. Además, voy a tratar de ser escritor, así es que debo de comenzar creando un título. Lo que sí haré, será referirme más a mi querido escritor, mi dios literato, a Julio, a su Lucas, a sus cronopios y a sus rayuelas, formando 62 modelos para escribir nuevas entradas.

Mis entradas tienen como fin entretener a los lectores, que me digan sus opiniones, comentarles mis deseos, dudas, descubrimientos y creaciones; ironizar muchas cosas universitarias; recomendar buenos web sites; recomendar libros, películas y eventos; y, sobre todo, que se diviertan, que descubran nuevos mundos y me ayuden a descubrir sus mundos, también. Es aquí donde me expreso, todos tenemos voces, todos podemos escribir. Lo que no existe en la vida real, existe en nuestro mágico universo, dentro de cada uno de nosotros. Amor, odio, vida, muerte, literatura, filosofía, libros y ganas de hacer lo que uno quiere hacer.

Trataré de ser escritor. Ojalá y lo pueda ser.

Estudiar y luchar, el deber estudiantil (A ritmo de reggetón)


Lecturas literarias II

Gracias a mi buen amigo Stalin, me he enterado de los libros que vamos a leer el siguiente semestre. Stalin, te digo que destruiste mis vacaciones. Bueno, tú no, si no los profesores de Lecturas. Apuesto a que fue Marcel, ¿si o no, Andrés? Bueno, empezamos con novela, así es que eso significa que nos quieren matar a todos de arranque. El primer libro es del colombiano García Márquez con El coronel no tiene quién le escriba. No, pues, así no es. Ese libro lo he leído ya hace mucho tiempo, yo quería leer otras cosas. Si es de Colombia, cualquiera hubiera mandado a leer Caicedo, ¿verdad? ¡Que viva la música! Bueno, tendré que leerla en Ksa Tomada y divertirme. Pero, eso no es lo que me incomoda (porque, además, voy a tener que leer un libro escolar: El llano en llamas), sino que voy a tener que leer a Bolaño. Sí Stalin, Dios fue muy bueno con nosotros en hacernos aprobar con las notas más altas en Filosofía y con la más alta en Lecturas, pero ahora nos va a apretar el cuello un poco y nos va a mandar a leer Bolaño. Ese chileno querido por todos, pero aún no querido por mí. Bolaño, Bolaño, Llamadas telefónicas. Ojalá que no existan interferencias ni números equivocados. Y, Dios mío, Pìzarnik. Sufrimos con Ollé (espero que no sea igual), y gozamos con Varela. Lo que nos espera el siguiente semestre, sin contar que García Miranda se volverá más despiadado y exigente, que Daniel nos dejará a todos boquiabiertos y que, por último, llevaremos Biología y Lógica. Joder, si no pudieron en el primer ciclo, intentarán en el segundo. En vez de votar viciado, hubiera votado por la lista que iba a cambiar Biología por Ética. Bueno, muchachos, relájense estas vacaciones y estudien un poquito para que no les afecte lo del segundo semestre. Terrible será para mí Biología, ni quiero pensarlo, espero que mi hermana me ayude, aunque es tan graciosa que me dirá una que otra cosa antes del examen, y después del examen me dirá todo, diciéndome que soy esto que soy el otro. Bueno, a divertirme ahora con la Feria del Libro a ver a La Sarita y a Daniel Alarcón . Algo bueno tiene que suceder, si no, ¿cómo podré empezar el siguiente semestre? A olvidarse todos del matadero de Dante y seguir adelante.

Ya saben: estudiar y luchar, el deber estudiantil. Y la indiferencia, es complicidad. Eso quiere decir que todos los cachimbos (a excepción de Nilton) somos ahijados del rector, ¿que pendejada, no? Bueno, iremos al jardín y recordaremos esos días de fedrear, pero en este caso sería ¿biologiar? ¿Logicar? Renuncio a esta nueva tarea, se los dejo a Manuel y a Rosario, que ellos saben bien qué neologismo utilizar. Y, para todos ¡sean buenos en sí y busquen la felicidad, esa actividad del alma basada en la virtud perfecta a lo largo de toda una vida!

A lo largo de toda una vida no recordaremos la felicidad… ¡Ah, Dante!

7.14.2009

Visita cien


Llegué a la visita número cien de mi blog. Aunque muchos o pocos (o casi nadie) que leen mi blog no lo crean nada bueno, para mí si es algo importante. Y la verdad es que nunca creí que llegaría a esa cifra. Eso lo puede corroborar Carlos, ya que a la salida de Pizza Hut le dije que no lo haría y que ni siquiera llegaría a la visita cien. Pero él me persuadió y, ya ves, Carlos, tenías razón: llegué a la visita cien y he publicado más de una entrada.

Bueno, prometo a mis seguidores (como bueno, ¿no? Apenas son cinco y ya me alucino más leído que el blog Busco novia) seguir publicando más textos y alguna que otra noticia. Seguramente en los próximos días les caiga una sorpresa de nuevos blogs, algo que Andrés sabe a qué me refiero.

Respondiendo al comentario de Andrés sobre mi entrada “La última carta”, bueno, no creas que será la última carta que publique. Como dice Carlos, es una buena catarsis. Y escribir sobre lesbianas, sí que es puro y febril, así que espera que vendrán más. Y respecto a la carpeta del 6-A, sí que nos tomó a todos por sorpresa. Pero, eso sí, para nada el chico al que se refiere es David Campos. Pero, a pesar que es solo una entrada, estaba pensando escribir una saga, pero luego ya explicaré de qué se trata.

Y, respondiéndote, Beatriz, tu blog sí será leído por Rocha. Hoy en la tarde me encontré con él y le pasé mi blog, el tuyo, el de Andrés, el de Carlos y algunos más que sigo con frecuencia. Esto es consecuencia de tu crueldad que me contagias cada día.

A cada uno de mis seguidores (a los mencionados, a Kathy, Alessandra, a uno más y a todos los anónimos), les agradezco sus opiniones y sugerencias. Desde aquí estoy celebrando tomando un café y tratando de no dormirme para poder seguir estudiando. Este día es doblemente memorable: la visita número cien y el previo al examen final del querido profesor Dante Dávila.

A todos, muchas gracias.

7.10.2009

cuando le inyectaron adrenalina


I

David Ramos Palomino
Te odio tanto
Yo que te estaba empezando a querer
¡Destruiste mis ilusiones!
¡Púdrete!
Vete a la mierda
Yo, Roxana

( =) sufrida! )

Toda una revelación.

Viernes 10 de julio de 2009, en la clase de Lecturas literarias.

Pobre David (no yo).
Pobre Roxana.

Muy post modernista dijo Daniel
Muy despechada escuché a alguien

“Déjale un mensaje”, me dijeron.

Roxana no vivió una noche de Adrenalina. Toda una vida llena de adrenalina le espera cuando David se entere.

II

Ahora no creo que estemos lejos de eso. Casi nos sale bien huir desapercibidos, pero no conseguimos lo que buscamos. Por poco y nuestros nombres también aparecen en las carpetas para que toda la Facultad de Letras los lean.

Felizmente huimos y pocos nos vieron.

No queremos eso. Por eso ya escuchamos murmuraciones a nuestras espaldas y ella ya no nos saluda. Nos miran y desvían los ojos hacia el suelo, porque el suelo es más importante que nosotros.

La separaste del cuerpo en cuanto ella pasó.
Viajaste al otro lado del mundo para que desaparecieran distancias.
Enviaste un mensaje que nunca respondió (huevón, te dije que no).
Te mojaste bajo la lluvia y ella nunca llegó.

Regresaste a lo mismo, y lamentaste que nada de eso sucedió. Pensaste en todo, menos en lo último.

Y por mojarte en la lluvia ahora estás enfermo, lamentando que ella nunca se apareciera.

Pero más te hubieras lamentado que nunca hubieras ido.

Ahora no sabemos dónde esconder la cara. No sabemos cómo cambiar todo. Tú dices que ya estamos sepultados, y que nuestros nombres aparecerán en las carpetas, como el de David.

Pero en vez de decir que nos odian y que nos vayamos a la mierda (porque eso no hacemos nosotros), escribirán esa palabra que la oímos de ellos y que rezamos para que no nos la dijeran.

Preferimos regresar al pasado, y hacer mejor las cosas.

Me dices que no la hemos fregado tanto, que todo tiene solución.

Y espero que sí la tenga. Tengo hasta enero para hallar una solución. Sino, me interno en Siberia, donde espero que no haya carpetas, donde no aparezca ni siquiera esa letra maldita. Ni la primera ni la tercera. Ni la segunda.

Nosotros tenemos la adrenalina inyectada. Huimos despiadadamente. Dices que somos malos, y que los crímenes que cometemos a diario nos irán delatando.

Y dices que ya apareció la primera letra. La A. Yo digo que la S nunca llegará.

Tenemos que ser más cuidadosos con nuestros crímenes, hasta desaparecer a todos.

No dejar rastro, y tener éxito en nuestras huidas.

Hacer lo que tenemos que hacer, y de ahí nada sucedió.

Ahora tenemos que practicar. Practicar los crímenes para que la sangre no corra por los pasadizos, y para que no nos bañen en esa sangre que vamos a dejar. Porque la sangre es hasta donde debemos de llegar.

Supuestamente tenemos que dar miedo. Ahora nosotros tenemos miedo de nuestras víctimas.

Estoy seguro que las próximas víctimas seremos nosotros. Nosotros.

Y tenemos miedo.

Nos vieron cuando huimos. No debimos regresar.

7.02.2009

La última carta


Estás enfadada, lo sé muy bien. No lo ocultes. A pesar que me hablas bien, a pesar que dices que no me extrañas y a pesar que dices que no te ha afectado en nada lo nuestro, estoy segura que aún me deseas y me quieres. Sí, querida, lo sé, me quieres. Y sé que aún estás más enfadada conmigo porque estoy con un chico bien pavo, al que le hago sufrir todos los días escuchando Iron Maiden. Te enteraste, un día me viste con él y decidiste odiarme y fingir que todo estaba bien, cuando todo para ti es al revés. Y eso me divierte no sabes cuánto. Desde que las dos no estamos juntas me siento bien. ¿Tú no, verdad? Eso es lo que quería lograr: seguir haciéndote sufrir aún cuando hayamos terminado.

Sí, me viste con él. Estábamos caminando separados y yo le andaba gritando por toda la avenida. Nos quedaste viendo y te saludé: te quedaste atónita, no podías creer que estaba con él. Me llamaste, te dije que sí, que tenía una relación con él. Y no lo podías creer. Claro, me dijiste que normal, que no te afectaba en nada. Qué gracioso. La verdad es que nunca me has podido engañar.

¿Cómo te sientes ahora? Estoy segura que no te sientes nada bien, que estás sufriendo, que deseas verme y besarme y acariciarme. Sí, cuando ambas tocábamos nuestros cuerpos y pasaba mi lengua por tu cuello, deseando que sea infinito y ver que ponías tus ojos blancos por el placer que te causaba. Sí, el unir nuestros labios y acariciarnos hasta hartarnos. El sentir cómo nuestros dedos nos penetraban mutuamente hasta abrir la boca y poder ver los cielos. ¿Te acuerdas? Sí, es probable que estés sufriendo y deseando repetir todos esos momentos, cuando estábamos solas en tu habitación o en la mía, mientras la consola proyectaba películas que ni veíamos porque nuestra pasión era más y nos hacía desligarnos del mundo. Nosotras, las dos desnudas queriéndonos; pero, hiciste eso, y eso, lo sabes bien, no lo iba a permitir. Por castigo me viste con ese chico, y te pusiste a llorar. Me extrañas y no puedes vivir sin mí, y lloras cada vez que sabes que yo me divierto con ese pobre hombre.

¿Te digo la verdad? Pues, yo tampoco puedo vivir sin ti. Te extraño, no sé qué hacer sin ti. Con ese chico no siento ningún placer, solo finjo que lo siento y lo hago sufrir; pero contigo era distinto. Quería tu cabello, tu rostro delicado, tu cuerpo robusto que me volvía loca. Extraño cuando ambas nos acostábamos en el sofá, y nos besábamos y tocábamos durante horas, desnudas contemplando nuestros cuerpos y besándonos sin dejar un lugar cubierto. Cuando nos amarrábamos y golpeábamos para excitarnos más, mientras escuchábamos esas canciones que nos laceraban los oídos. Maldita sea, te extraño y no puedo vivir sin ti. Tú sufres, lo sé, porque yo también. Quizá éramos distintas, pero nos hemos quedado atadas. Somos dos mujeres distintas, pero que nos queríamos hasta la muerte, hasta sangrarnos como en todos esos días. Cuando nos divertíamos mirándonos en el espejo, todas maltratadas por las quemaduras de los cigarros que los apagábamos en nuestros cuerpos. Cuando nos burlábamos de todos los hombres que pensaban que amar era entregarse flores o peluches, esas cursilerías, pero cuando para nosotras amar era desnudarnos, golpearnos, beber hasta vomitar, tocarnos y penetrarnos con cualquier cosa, ver nuestros ojos blancos y fumar, fumar, fumar, y fumar, todos esos tronchos que nos volvían locas, más de lo que podemos ser. Te extraño, mujer, deseo de nuevo tenerte cerca. Te quiero, quiero verte de nuevo, aunque sea escuchar tu voz jadeante que me hervía los senos y hacía llorar.

Pero soy tan orgullosa y me gusta también maltratar a ese pobre chico, que la única persona que leerá esa carta será él, para que siga sufriendo. Y lo acompaño en su dolor, porque tú jamás sabrás que yo sufro por ti, mientras tú también sufres por mí.

L. 02/07/09