6.03.2012

Santiago-Cali

De repente, Javier apareció. Ni siquiera tuve tiempo de contar su historia, esa que tanto me había fascinado. Estuve dando tantas vueltas que no sabía cómo empezar. No me acordaba ni siquiera en qué momento él la contó, si fue solo a mí a todos reunidos, si en la universidad o en el bar. Cuando me senté frente a la computadora para escribir, recibí una llamada de un teléfono público. "Hola, soy Javier". No contesté. "Estuve lejos, no quise decir que me iba, me iban a preguntar por qué y no tenía una respuesta clara, solo me fui". Le pregunté que en dónde había estado. "Primero en Cali, luego en Santiago. Luego volví. He conseguido una pequeña habitación, cómoda, cerca a la universidad". Le dije que si podíamos vernos. "Sí. Si puedes hoy, estaría bien. Me han hablado de un nuevo café; tranquilo, sin bulla, cómodo. No sé cómo decirlo, pero tenemos mucho de qué conversar...La verdad es que tengo mucho qué contarte. Suena raro, pero no puedo decirlo de otra manera. Creo que es hora de decir la verdad, de por qué me fui, qué pasaba mientras nos divertíamos en las reuniones. Muchas cosas, bastante aburridas". Se había cortado la llamada. Esperé a que llamara de nuevo. Luego de dos horas pensé que no volvería a llamar. Supuse que no tenía celular y seguramente andaba sin dinero, todo lo habría gastado en sus viajes. Fue casi como a las dos de la mañana que me volvió a llamar. Me dijo el nombre del café y a la hora que nos podíamos ver. Le dije que sería puntual. "Lo sé, siempre lo has sido". Noto cambiada su voz. Seguro todo va a cambiar.

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