Siempre le pareció un misterio. Recuerda haberle dicho que su corazón era un mar de secretos: cree no haber descubierto ninguno...He ahí su encanto, piensa ¿Es que acaso sigue embrujado? ¿Es su costumbre el que pase un mes sin cercanía alguna y de repente empieza a extrañar (y con más fuerza)? A veces disfruta de su esquiva mirada, de sus huidas, de su silencio y de su fingido saludo. A veces quiere acercarse despacio y hablarle, preguntarle qué sucede (a pesar de saber qué respuesta le daría). En otras ocasiones quisiera estar a solas con ella, abrazarle y besarle. Quisiera tener un nuevo momento con ella. Una nueva oportunidad. En intervalos, su corazón se desvanece y no mira a nadie, ni a ella ni a nadie. A veces solo se confunde, cree cosas, inventa otras, espera pocas y sueña muchas. Es un tornado de sentimientos, ideas, ilusiones, recuerdos y otra vez ilusiones. ¿Qué significaba aquella avenida, el malecón, ese mar antes? Ahora el sentido ha cambiado, todo lo ve diferente...dolorosamente diferente. Tiene una mirada asesina, una mirada sarcástica, una mirada triste, una mirada distraída, una mirada cansada y confundida. Antes lo sentía más sencillo. Ahora no puede pasar una página del libro (y eso es grave). Busca en sus líneas futuras una ilusión con ella, una vida con ella. ¿Qué tan real es esto? ¿Qué tan mal le hace? ¿Cómo actuar cuando ella aparece frente a él, o al lado, o atrás, o arriba? Dice que todo se acabó y la mira buscando una esperanza, una señal, una pista para encontrarle el sentido mágico de su cariño, el sincero, el de la energía vital y natural. ¿Sabrá qué es lo que siente? ¿Imagina algo? ¿Inventa como él? ¿O es que solo se está creando ficciones de una realidad evidente?
9.09.2011
9.06.2011
Máscara
Has salido al pasadizo, caminas hacia el patio principal. Miras hacia abajo, juegas con tus manos, esperas no encontrarte con su mirada. A pesar de que esperas una ruta libre, sin sobresaltos ni mareos, llegas a encontrarte con sus ojos cansados y no puedes evitar mirarlos unos segundos. Seguramente tendrás ganas de hablarle, de gritarle y golpearle; sin embargo no tienes el valor y huyes por el otro lado (no te has dado cuenta, pero siempre estás del otro lado). Él no te sigue: te persigue, está detrás de ti siempre. Piensas o sientes que está muy aparte, que vive en su mundo, que no quiere saber nada de ti; pero su mirada te busca, te penetra, te hiere. Pretende envolverte y no dejarte ir, pero tú no te has dado cuenta y solo tienes miedo o falsas creencias. No vuelvas a huir, atrévete a enfrentarlo. Si persiste el miedo, no lo hagas y desaparece para siempre, no aparezcas, ni siquiera intentes hacer sentir tus pasos. Si pierdes el miedo, si te atreves a acercarte, por fin sabrás lo que has vivido y lo dejarás ser. Solamente lo dejarás ser. Huir te vuelve una figura triste y estúpida. Tu solo decide si vas a dar el primer paso.
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