2.09.2011

Engaña


A pesar de que fui deportado de sus linderos con la advertencia de "no regreses jamás que te irá muy mal"; aun así intenté regresar, intenté pisar de nuevo esos fértiles valles de clima templado.

Y la Musa Nocturna me respondió.

Almorzaba solo en un restaurante oscuro y de ventanas difíciles de abrir. Los comensales no parecían verse afectados por el calor y se llenaban de lo más alegres y sociables. Yo era el único que permanecía sentado en una esquina rodeado de mi soledad y atendido por un mesero principiante que no sabía ni los precios ni la ubicación de las mesas. Allí, en ese momento, decidí enviarle un mensaje a su celular tratando de convencerme que ella no me respondería, así yo tuviera la esperanza de que sí lo haría. En efecto, en menos de dos minutos me respondió. ¿Era ella o acaso un inoportuno mensaje de la línea celular a la que soy afiliado o alguna promoción de horóscopo? Era ella y unas pocas palabras que no alcancé a leer porque la pantalla de mi celular está rota y solamente se puede notar una mancha negra de forma de hoja. Tuve que hacer malabares para poder leer su mensaje.

Bn. LLendo a mi casa, x la arequipa.

Y entendí que no tenía por qué responder. No había por qué enviarle otro mensaje intentando continuar una conversación inexistente con ella.

Y a pesar de ello me pregunto a cada instante si debo seguir, si debo llamarla, si debo de ir a verla, si debo de entregarle tantos regalos que aún están pendientes.

Si debo seguir pensando que en algún momento seremos felices como lo planeé.

La verdad a veces engaña.

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