
La dulce lectora siempre asiste temprano a sus clases universitarias. Una vez que acaban, camina despacio hacia la librería directamente a la sección de Narrativa. La dulce lectora me deja deslumbrado por su belleza...
...es inteligente, culta y conversadora. Ha leído mucho más que yo y cada semana compra más y más libros. Sabe de muchas editoriales y de cientos de autores. Es minuciosa y alegre. Su voz es suave, dulce y misteriosa: Ha vivido mucho.
Es mi alegría y mis ganas de hablar. En un momento ermitaño, ella me convierte en el más exagerado hablador de historias y convencimientos literarios.
Ella es mi magia y mi poder.
Ella tiene el nombre de Soledad Angélica.
Pero no es mi Soledad Angélica, mi S.A.
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