Hace tiempo que no lo hacía, así, sin nada, sin nadie. A enfrentarme solo con la noche y el frío en un parque gigantesco donde todo tiene historia; un partido de fútbol, una rápida caminata, unos besos ardientes, respirar aire puro, un sereno apartándome del lugar.
¿Te sorprendiste? A veces suelo ponerme de pie y escapar a algún lugar cerca. La bulla me encierra, el aburrimiento me cansa y la tele me enferma.
Salir para ver. Salir para ver. Salir para ver.
No se escuchaba nada alrededor. Lo sé, lo envidias, ya quisieras haber estado ahí, también sin compañía. Todavía existen espacios en Lima adónde ir a escapar. Adónde ir a gritar. Adónde ir a correr y olvidarte de todo.
Y en la mañana ir a toda velocidad en un auto y escuchar en volumen máximo esa canción que es un himno. Un himno que tú no lo sabes, que tú lo odias, que tú no lo escucharás. Que estupidez la tuya. Careces de identidad y felicidad.
Salir para ver. Salir para ver. Salir para ver.
Y reírse de uno mismo, ¿qué más queda? Ya aparecerás, con cara de culpa, con un gesto de ya no andemos más, hasta aquí todo terminó, lo estuve pensando mucho.
Pensar mucho es una desventaja, ahora lo sé.
El primer día ninguno pensó. Y todo salió bien. Seguro no querrás salir avec moi.
¡Bah! Igual yo saldré para ver.
Soy una chica a quien le gusta lo que tú escribes.
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