8.04.2011

Sintiempo

¿Qué hay que esperar, por fin? Seguro no solo un fin de semana, sino también una eternidad. El misterio es eso en una mujer. Un mar tormentoso e infinito, en el que suelo perderme, desaparecer y querer. Sentado en una banca de un parque en honor a la mujer pasé a esperar el fin de semana.

No hay mucho qué decir; últimamente los días se han pasado lentos e iguales, grises y cansados. Dormía temprano, me levantaba tarde. El contacto con el mundo desapareció. No es justo. Miles de kilómetros no hacen una Distancia. Acabado, rutinario, intrigado y pensativo: una triste figura en mi interior. No es adecuado y solo por no haber sabido entender la originalidad de sus acciones: no existen moldes, ya no. Aún no lo comprendo. O es que son tan iguales. 13 y 27 no coinciden.

Tantas lecturas dejadas de lado y muchos versos olvidados en un extremo de mi habitación. Es inconcebible.

También tomaré la pluma de nuevo. Quizá hoy en la noche.

Quizá dos semanas después no sean suficientes.

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